Entre
los muy escasos esfuerzos por vincular a los poetas actuales que deseen
ejercitarse en estas dos lenguas (portugués-español) sobresale este volumen,
iniciativa de Fernando Reyes Trinidad, secundado por el traductor Leo
Gonçalvez, quienes ya antes habían dado a luz un ejercicio similar al publicar Tenho
tanta palabra meiga, algunos poeta mexicanos (Ediciones Librera / Anome Livros,
2013).
Así
el presente libro es, en principio, una reunión de diecisiete voces poéticas contemporáneas,
en realidad azarosamente predispuestas, pero que persigue también la misión de
presentar ante los hablantes lusófonos una muestra amplia de algunos registros
posibles dentro de la producción mexicana actual, y romper el cerco que hacia
el acercamiento a nuestras letras, a querer o no, imponen los monstruos
sagrados de siempre. Así lo consigna el también poeta Douglas Diegues desde una
brevísima pero contundente introducción, en la cual además resalta el buen
momento que vive la producción poética latinoamericana, y afirma que la poesía
es una de las más benéficas drogas que por fortuna se siguen consumiendo en
estas geografías, toda vez que la palabra poética constituye una defensa para
sobrevivir entre el doloroso e implacable presente y deviene “arma erótica,
arma química verbal contra todas las fuerzas que nos quieren tristes,
mezquinos, impotentes, depres y cagones”.
Cuatro
escritores hidalguenses forman parte de esta muestra: el ya consagrado Arturo
Trejo Villafuerte (acá explotando la vertiente de la lírica amorosa); lo mismo
que el siempre denodado esgrimista verbal, Daniel Olivares Viniegra; el no
menos conspicuo Jorge Contreras Herrera, bordando sus iluminantes oscuridades, e
inclusive el malhadado Antonio Hernández Villegas, joven y esforzado defensor y
propalador de la lengua náhuatl, quien deja aquí al menos parte de su obra
póstuma.
Transitando
sus personales senderos: Armando Alanís nos sorprende con brevísimos
aforismos-poemas-cuentos (humorísticos los más), muy cercanos a la estética que
acostumbra compartir en su columna “Alfiler”; Jesús Gómez Morán oscila entre la
poesía de denuncia y sus fuentes clasicistas, y al menos en cuanto a temática,
lo sigue de cerca Pedro Emiliano; Justo
en el centro esplenden también los poemas chamánicos de José María Lumbreras (“El
Poeta Andante”); Fernando Reyes Trinidad y Andrés Cisneros de la Cruz se
solazan en su particular existencialismo: contemplativo el uno, retador el
otro; y por otra parte, y muy nutridamente Isolda Dosamantes, Leticia Luna,
Guadalupe Sánchez Linares, Lina Zerón, Aglae
Margalli y Patricia García (“La Belleza del Diabo”) despliegan todo el abanico
de la sensibilidad femenina actual, misma que parte desde el cosmopolitismo
refinado, pasa por el erotismo desbordado y sin cortapisas, ahonda igualmente
en la contemplación filosófica, avanza colocando el acento en las proclama
feminista y desemboca inclusive en el sentimiento beat más dolido y
desencantado. Rompe el cuadro, por cierto, y para bien, la propuesta de Uriel
Reyes, quien aborda la temática de la diversidad sexual de lo más abiertamente,
pero escudado aún en el decoro de su palabra cuidadosamente labrada.
El
libro se ha presentado ya en foros como la Feria Internacional del Libro del
Zócalo, en la sede del Centro Toluqueño de Escritores y este jueves 23 de
noviembre lo hará en el Centro Cultural del México Contemporáneo (5:00 PM,
Lerdo 20, Plaza de Santo Domingo, Centro Histórico CDMX), asimismo se vislumbra
una presentación más el 13 de diciembre en la galería Casa de la Nube, en
Tlaxcala. En estas actividades alterna la lectura en español con lectores
invitados como Gustavo Alatorre o Gabriela Bustos Vadillo, sin descartar intervenciones
musicales destacadas como las que aporta Zaira Franco.
La
medusa dual [A medusa dual], un volumen casi artesanal, es un esfuerzo más de
la Editorial Cisnegro: Lectores de alto riesgo. La muy desconcertante portada
del libro, por cierto, es meramente un fragmento de una obra mayor de Rilke
Roca.
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