Por
Juan Carlos Castrillón
Preguntar
es responderse hacia adentro
Saúl
Ibargoyen
Con
su nuevo libro titulado Versos en el Aire el maestro Ibargoyen se me imagina
como un Tagore uruguayo; por supuesto que mexicanizado y lautremonizado: Es
extraordinaria la vitalidad, fertilidad, vanguardia-en el sentido más
profundo-, y el gran acontecimiento histórico-cultural que conforma la
publicación del mencionado volumen de versos. Que inicia contundentemente de la
siguiente manera, en una "Nota casi ociosa" del propio autor:
Este
libro, en verdad dos reuniones de poemas, no pretende ser sino un gesto
metafórico contra el sucio ruido de la banalidad, el estruendo mediático y los
agresivos bramidos del capitalismo salvaje.
Versos
al Aire me remite inmediatamente a un riquísimo dominio de las tradiciones
filosóficas del Oriente, desde Khalil Gibrán -tan popular en cierta época- al
mencionado Tagore, al Tao Teo King, I Ching, Rig Veda, y al Corán, del que el
protagonista lírico es un gran estudioso, por cierto. Las páginas se escurren
entrañablemente por nuestros ojos como aguas termales, curativas. Cada poema
debe ser leído con curiosa delectación, como quien se enfrenta a un renovado
Dejavú en cámara lenta para sanear su psique. Al terminar de leer el libro nos
invade una agradable sensación de paz y una gran fortaleza de espíritu, como
una nutriente caricia del aliento. El poemario cumple cabalmente la estricta
función de vacunarnos- a nosotros, lectores sensibles y atentos-contra ese
nefasto fenómeno del posmodernismo: la banalidad, ese cursi cáncer que abarata
el arte, estupidiza la mente y degrada la naturaleza, claro ejemplo de esto son
los escritores que suscriben "poemas" sobre temas como: el papel de
baño( en serio), mirar una mosca en la pared, Bob Esponja(también es cierto),
Batman, Spiderman, o buscar un regalo del 14 de Febrero para el esposo en un
Mall.
Es
casi una obviedad reiterar que Ibargoyen se ha convertido en un consumado
maestro de la experiencia poética, en estas páginas lo percibo calando en lo
esotérico, iluminando el misterio, utilizando el avatar en el verso, y el verso
como avatar. Estos humildes (recordar que la Humildad ES la Sabiduría) Versos
en el Aire son como misiles, drones teledirigidos por el auctor -valga la
vulgar metáfora belicista- para implosionar en nuestra devastada
individualidad, y así deconstruirnos, recomponernos, regenerarnos, como seres
verdaderamente humanos; esos a los que pertenece el futuro.
¡Léanlo!
y ¡Que muera la falsa poesía!
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